Solo camina
Nueva -> Ribadesella
Hoy termina una etapa. Paro una semana, tal vez vuelva al camino como peregrino. Volveré a recorrer el camino hasta Finisterre aunque sea en bus. Hay algo más que descubrir.
Mi intuición me trajo al Camino del Norte.
La parte racional era vivir el bucle: camina, come, duerme, día tras día, durante muchos días. (No lo sabía pero faltaba el “lava la ropa, pilla agua y fruta” 😜)
La parte espiritual: confía. Confía en la vida, confía en el camino. Sal y camina, solo camina. El misterio se irá revelando… Claro que no lo sabía al empezar ni lo he acabado de entender. Pero se siente bien.
En una ronda de compartir en un convento un peregrino coreano dijo: “las flechas del camino son como las señales en la vida, nos muestran por donde ir, solo tenemos que prestar atención”. Confieso que me perdí más de una vez.
Los primeros días quería controlar dónde dormiría, y todo acababa siendo diferente pero acaba bien. También quise seguir etapas de guías pero mi cuerpo o mi intuición me llevaban a otra parte.
Quise dejar el camino porque me volvía loco no saber dónde pasaría la noche (albergues, hostales y hoteles llenos) y acabe saliendo sin saber ni en qué pueblo pararía. Me alojé en albergues en los que te comían los mosquitos y en hoteles cuatro estrellas que eran más baratos que algunos hostales.
Dormí en una habitación en la casa de Silvia. Al llegar al pueblo todo estaba ocupado, pero en la pensión me dijeron que en el bar de la esquina sabían como localizar a Silvia. Fue en el segundo bar que conocían al marido, que la llamo y me abrió la puerta su hijo. Esa noche fuimos cuatro en una habitación doble.
Quise dejar el camino porque en Cantabria había hasta 6 formas de hacer una etapa. Mi cabeza se volvía loca, pero me decía “Solo camina. Hay una senda, solo camina.”
Cada día intentaba meditar, centrarme en la respiración, las sensaciones, sobre todo de los pies. Algunos días levitaba, otros patinaba en el barro (literalmente).
Cuando parecía que no conectaba con nadie un alemán se sentó frente a mi y me pregunto si podíamos andar juntos la etapa. Luego vinieron los capellanes australianos y una seguidilla de personas. Cuando quise silencio estaba solo.
He dado masajes a pies doloridos. Dado oídos a palabras desesperadas. Y he “rezado” por almas en pena.
He sido bendecido como peregrino, ido misa y a un concierto coral. Hasta he escuchado un poco del Nuevo Testamento. (No, no me estoy convirtiendo, leer no implica avalar.)
He llorado más veces por belleza que por dolor. Gernika fue muy duro.
He intentado estar presente y ver con el corazón… me falta mucho pero al menos camino.
Artículo original en: de camino a ninguna parte