Solo buscaba a Dios y acabé frente a un espejo
Solo buscaba a Dios1 y acabé frente a un espejo, al que no es fácil mirar y más difícil ver, pero que esboza un camino de servicio, amor y compasión frente al que me inclino con humildad y dudando si soy digno. No sé qué hago, y ya no sé quién soy. Solo sé que este es el siguiente paso, y así voy, andando, uno a uno. Sorprendiéndome.
Nací místico2 y me mueve el misterio. Las certezas (fe) son siempre temporales, no porque sean falsas sino porque se nos escapan. Tengo algunas:
- El camino es el destino, no hay dónde ir, no hay meta más allá de vivir el andar, de estar presentes.
- Solo camina (solo respira) y el misterio se va desvelando. No se trata de una actitud pasiva, sino de una escucha activa.
- La vida es infinita, es la energía, está en todo, incluso en una piedra.
- Esa vida, esa energía, es una: yo soy tú, el gato, la zanahoria, la mierda del perro del vecino, la piedra y la constelación de Orion. Todo al mismo tiempo. No hay niveles, nada es superior.
- Y por esto:
- El amor es el único camino.
- Nunca estamos solos.
- A veces dejamos de escuchar el ritmo de la vida y nos sentimos perdidos, pero sigue ahí.
- El tiempo y su dirección son subjetivos.
- “El amor es el único camino”: amor, conciencia y conocimiento (luz sobre la ignorancia, ver la verdad) son el único camino a un cambio sostenible. Cualquier acción violenta se convierte en un péndulo que acaba golpeando de nuevo más fuerte y hacia más o la misma oscuridad de antes. Todas las revoluciones se vuelven contra ellas mismas. Aviso a navegantes: no es que ese amor que transforma sea amoroso y falto de dolor. La verdad duele, pero no mata.
“Sé estas cosas”, las percibo como verdades de una forma que no sé explicar y no son fáciles de integrar.